martes, 27 de noviembre de 2012

Francisco Rojas González


                               FRANCISCO ROJAS GONZÁLEZ  
                      
"Con que ¿Damián Bicicleta? es un bonito nombre, Compadre..."

Biografía
Nace en Guadalajara el 11 de agosto de 1904. Su infancia transcurre en La Barca, Jalisco. Realizó estudios de Comercio y Administración en la Ciudad de México y Etnografía en el Museo Nacional. Como diplomático, fue canciller en Guatemala y cónsul en Salt Lake City, Denver y San Francisco. En 1935 se retiró del Servicio Exterior e ingresó al Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue escritor y etnólogo. Muere el 22 de octubre de 1951.

Obra general y características
Clasificado como parte de la literatura indigenista, Francisco Rojas González apuesta más por una estilística más científica y alejada, contrastando de esta manera con la escritora Rosario Castellanos. Su obra:  Sobre la literatura de la Literatura de la Revolución (ensayo aparecido en la revista Crisol en 1934), El cuento mexicano su evolución y sus valores (ensayo aparecido en la revista Tiras de Colores en 1944), La negra Angustias (1944), Cuentos de ayer y de hoy (1946), Lola Casanova (1947), El diosero (1952), Cuentos completos (Fondo de Cultura Económica, 1971).

Obra
En la lectura de varios cuentos, como “Las vacas de Quiviquinta”,  “Nuestra señora de Nequetejé”, “La parábola del joven tuerto”, “La cabra en dos patas” y “La “tona””, Francisco Rojas González hace una representación vista con una perspectiva ajena del mundo indígena del siglo XX. A diferencia de otros textos indigenistas, podemos ver en este cuento un acercamiento primario, como cuando se le explica un extraño fenómeno de física a un niño. Veremos, en síntesis, la siguiente recurrencia temática:
-Religión vs. pensar científico.
-Costumbres vs. pensar científico.
-Pobreza.
-Vida del campesino: resignación, felicidad en la desgracia.
-Visión más allá del conformismo: sencillez de vida.
-Animalización de los indígenas.

Comentarios
De narración sencilla y lineal, Rojas González nos muestra otra cara de la cotidianeidad, una cara también cercana a la muerte; aún viva, aunque moribunda. El lenguaje juega también una pieza fundamental para el desarrollo de las tramas ya que nos sumerge de lleno en los ambientes rurales que presenta, nos lo hace inverosímil, nos lo hace incluso musical: abundan los modismos, los nombres de los utensilios de cocina, las descripciones fisionómicas de los pobladores. Durante toda la lectura, hay una insistente cercanía con la desazón de la crisis, podemos casi ver los rostros medio huesudos de la gente de Quiviquinta y de los demás pueblos ahí descritos. Los usos y costumbres del pueblo mexicano que todavía viene arrastrando los estratos sociales que nos dejó de herencia la conquista también están presentes, completando así la imagen verosímil de los cuentos. Se puede decir que Francisco Rojas se limita a describir la escena y apartar lo más posible su opinión de los hechos que relata, pero se nota cierta simpatía por los indígenas, especialmente las mujeres, a quienes representa de una manera bastante pintoresca, a la vez que realista.

Extras
Gracias al legado cultural que presenta El Diosero, se hicieron algunos cortometrajes basados en una selección de los cuentos. El título compilatorio de ellos es Raíces, y apareció en 1953 en el Festival de Cannes: 


No hay comentarios:

Publicar un comentario