JORGE IBARGÜENGOITIA
“Nos
despedimos casi de beso, pero cuando los vi de espalda, les menté la madre.” La
ley de Herodes
Biografía
Nació
en Guanajuato el 22 de enero de 1928. Fue un escritor y periodista mexicano,
considerado uno de los más agudos e irónicos de la literatura hispanoamericana
y un crítico mordaz de la realidad social y política de su país. Ibargüengoitia
fue criado entre mujeres. Entró a la Facultad de Ingeniería de la UNAM, pero la
dejó faltándole dos años para terminar la carrera. Posteriormente ingresó en la
en la Facultad de Filosofía y Letras. Fue becario del Centro Mexicano de
Escritores y de las fundaciones Rockefeller, Fairfield y Guggenheim. Decidió
irse a vivir a París junto con su esposa, la pintora inglesa Joy Laville,
quien fue la encargada de ilustrar las portadas de todos los libros que publicó
en la editorial Joaquín Mortiz. En esa época trabajó intensamente en la que
sería su séptima novela, situada según se sabe en la época de Maximiliano I y
Carlota de México. Fue por este proyecto que se mostró reacio a acudir a un
encuentro de escritores en Bogotá. Decidió ir a último momento y abordó el
Vuelo 11 de Avianca, en un Boeing 747 que se estrelló cerca del Aeropuerto de
Madrid-Barajas, el 27 de noviembre de 1983. Llevaba consigo el borrador de una
novela en preparación, el cual se consumió con él. Otros artistas murieron con
él en ese accidente.
Obra general y características
La
obra de Ibargüengoitia es extensa, abarca desde novelas, cuentos y piezas
teatrales hasta artículos periodísticos y relatos infantiles. Ganó el Premio
Casa de las Américas con la novela, Los relámpagos de agosto (1965), donde hace
una demoledora sátira de la Revolución mexicana. Después escribiría Maten al
león (1969), Estas ruinas que ves (1974), Dos crímenes (1974), Las muertas
(1977) y Los pasos de López (1982), en las que echó mano del costumbrismo para
convertirlo en la base de historias irónicas y sarcásticas. La ley de Herodes
(1976) es su antología de cuentos más famosa, contiene relatos basados en
hechos autobiográficos. De sus piezas teatrales destacan Susana y los jóvenes
(1954), Clotilde en su casa (1955) y El atentado (1963). Su literatura se
caracteriza por su alto sentido crítico, no se salvan ni sociedad ni
instituciones. El humor de sus obras consiste en un sarcasmo fino y salvaje. Al
sexo lo ironiza y ridiculiza, lo mismo que a los personajes. Denuncia la corrupción
en todos los estratos a través de una ágil prosa que disecciona y
pone en evidencia a sus personajes (del poder político y económico). De esta
forma lograba hacer trizas el mito de las instituciones y del desarrollo
estabilizador. En sus obras se puede leer entre líneas esa extraña relación que
mantiene el autor con México, una pasión que oscila entre el amor y el odio.
Las muertas
Su
novela está inspirada en hechos reales: el sonado caso de Las poquianchis:
Delfina (y su hijo Eto), María de Jesús y María luisa González Valenzuela (en
la novela se apellidan Baladro), quienes se dedicaban al secuestro y regenteo
de jovencitas para la prostitución. Se trata de una crónica novelada, de una
historia descarnada y recreada a partir de una investigación periodística.
Aunque es una historia que se presta para recrearla en un ambiente macabro y
hostil, Ibargüengoitia logra construirla de tal manera que nunca se cae
en el reino del terror sino en el de la sonrisa plena o la carcajada abierta.
Los personajes tienen características de las corrientes de la picaresca y de la
comedia de errores, dibujados siempre con gran sutileza y dominio de un
lenguaje cada vez más preciso, más directo, más elaborado en su aparente
simplicidad. De un hecho real, Ibargüengoitia creó un libro que
deja a un lado todo sensacionalismo para llegar al escueto e hilarante
desarrollo de los hechos.
Comentario
Aunque a Ibargüengoitia le molestaba que lo
tacharan de escritor humorista, es innegable que en sus obras se encuentra
plasmada la visión ingeniosa del mexicano, que tiende a reírse en la desgracia
y aparenta que cualquier hecho le hace lo que el viento a Juárez. A
diferencia de Revueltas, que hace una crítica despiadada del sistema en sus
obras, Ibargüengoitia opta por un camino más “amistoso”. Si fueran
instrumentos, la obra de Revueltas sería un mazo, contundente, y la
Ibargüengoitia una aguja, que aparentemente no causa ningún daño serio, a menos
que sepas donde clavarla, así Ibargüengoitia no hace ataques masivos, pero sí muy
certeros.
Extra
Si el lector gusta comprobar por sí mismo que el
humor es algo innato en Jorge Ibagüengoitia, lo invitamos a que lea la
novela Las muertas aquí. También
le dejaremos la película La ley de Herodes de 1999, dirigida por
Luis Estrada, basada en la novela homónima de nuestro autor.
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